Lecturas de hoy. Domingo 4 de febrero de 2024

El inicio de la vida pública del Señor se presenta con muchas ocupaciones, pero con el único afán de cumplir la voluntad de su Padre. Un ejemplo maravilloso de unidad de vida y de aprovechamiento del tiempo.

Postración de Reinaldo Mareicos, Kevin Cassidy, Richard Quiroga y Thomas Nguyen.
Postración de Reinaldo Mareicos, Kevin Cassidy, Richard Quiroga y Thomas Nguyen.
  1. Primera lectura
  2. Salmo Responsorial
  3. Segunda lectura
  4. Aleluya
  5. Evangelio
  6. Comentario

Primera lectura

Lectura del libro de Job (7,1-4.6-7):

Habló Job, diciendo: «El hombre está en la tierra cumpliendo un servicio, sus días son los de un jornalero; Como el esclavo, suspira por la sombra, como el jornalero, aguarda el salario. Mi herencia son meses baldíos, me asignan noches de fatiga; al acostarme pienso: ¿Cuándo me levantaré? Se alarga la noche y me harto de dar vueltas hasta el alba.
Mis días corren más que la lanzadera, y se consumen sin esperanza. Recuerda que mi vida es un soplo, y que mis ojos no verán más la dicha.»

Palabra de Dios

Salmo Responsorial

Sal 146,1-2.3-4.5-6

R/.
 Alabad al Señor,
que sana los corazones destrozados


Alabad al Señor, que la música es buena;
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. 

R/. Alabad al Señor,
que sana los corazones destrozados


Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre.

R/. Alabad al Señor,
que sana los corazones destrozados


Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. 

R/. Alabad al Señor,
que sana los corazones destrozados

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (9,16-19.22-23):

El hecho de predicar no es para mí motivo de orgullo. No tengo más remedio y, ¡ay de mí si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por mi propio gusto, eso mismo sería mi paga. Pero, si lo hago a pesar mío, es que me han encargado este oficio. Entonces, ¿cuál es la paga? Precisamente dar a conocer el Evangelio, anunciándolo de balde, sin usar el derecho que me da la predicación del Evangelio. Porque, siendo libre como soy, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más posibles. Me he hecho débil con los débiles, para ganar a los débiles; me he hecho todo a todos, para ganar, sea como sea, a algunos. Y hago todo esto por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes.

Palabra de Dios

Aleluya

Aleluya

Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades.

 

Aleluya

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Marcos (1,29-39):

En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar. Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar.
Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron: «Todo el mundo te busca.»
Él les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido.»
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.

Palabra del Señor

Comentario

San Marcos nos presenta hoy varios episodios relativos a los comienzos de la vida pública de Nuestro Señor, esos tres años que siguieron a los treinta de la vida oculta, que para los cristianos que viven en medio del mundo tienen un significado tan grande. En realidad, para referirse a esos treinta años se podría emplear la expresión “vida ordinaria de Jesús”.

El texto de hoy ofrece un buen resumen de cómo empezó este nuevo periodo de su vida que terminará con la Pasión, su Muerte redentora y su Resurrección gloriosa, fin principal de la Encarnación. Este resumen constituye además un modelo excelente para los cristianos que tienen que cumplir su misión de apóstoles en la vida de todos los días. Si se leen con atención, esos 11 versículos dan cuenta en cierto modo de un día de la vida del Señor. Se trataba de un sábado, porque el capítulo empieza con el servicio de la sinagoga y vemos además que los habitantes de Cafarnaúm tuvieron que esperar hasta la puesta del sol para llevarle sus enfermos, con el fin de respetar el reposo sabático. Al término de una jornada tan intensa, Jesús los recibe a todos: “curó a muchos” y “expulsó a muchos demonios”. Lo que nos debe animar a recurrir a él cuando encontramos dificultades o tenemos problemas, sin pensar que podemos “molestarle”. Está siempre disponible. También nosotros queremos estar siempre disponibles para los que nos rodean.

San Marcos añade a renglón seguido que “de madrugada, todavía muy oscuro, se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, y allí hacía oración”, como para poner de relieve la importancia que daba el Señor a la oración, incluso cuando nos sentimos desbordados. Sin oración, la vida interior resulta prácticamente imposible, así como una de sus consecuencias más evidentes, lo que San Josemaría llamaba la “unidad de vida” del cristiano. Ha repetido siempre, incansablemente, “que hay una única vida, hecha de carne y espíritu, y ésa es la que tiene que ser en el alma y en el cuerpo santa y llena de Dios” (Conversaciones, n° 114).

El evangelio, por tanto, nos presenta un ejemplo claro de la unidad de vida del Señor y cómo aprovechaba bien el tiempo del que disponía cada día. En esta línea, podemos establecer una comparación entre las 24 horas del día y el plazo que Dios dispone en las conocidas parábolas de los talentos: “Negociad hasta que vuelva” (Lc 19,13) y de las diez vírgenes “Ya llega el esposo: salid a su encuentro” (Mt 25,6).

Y es que a lo largo de la Santa Escritura se insiste con frecuencia en la idea de un “plazo” para realizar los cometidos. No le gustan a Dios ni la tibieza ni el egoísmo, porque está en juego la salvación de las almas y del mundo. Pidamos a la Santísima Virgen, nuestra Madre, que nos obtenga la misma docilidad y la misma prontitud con las que ella respondió al anuncio de San Gabriel: “Fiat mihi”.

Video del día

Detenida en Madrid una kamikaze borracha y
con un kilo de cocaína en el maletero
Comentarios
Envíanos tus noticias
Si conoces o tienes alguna pista en relación con una noticia, no dudes en hacérnosla llegar a través de cualquiera de las siguientes vías. Si así lo desea, tu identidad permanecerá en el anonimato